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El muro de las lamentaciones palmesano

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La historia judía en Mallorca, especialmente en la capital Palma, se extiende desde el siglo V hasta el siglo XVII, cuando los judíos fueron obligados a convertirse al cristianismo. Durante este tiempo, coexistieron en armonía con musulmanes y cristianos. Muchos judíos desempeñaron roles importantes, incluso como funcionarios durante la etapa musulmana.

Con la conquista de la isla por parte de Jaime I en el siglo XIII, se les otorgaron propiedades que originaron diferentes barrios judíos. Sin embargo, a partir del siglo XIV, con las crecientes tensiones religiosas en Europa, los cristianos invadieron la judería, expulsaron a los judíos y destruyeron la judería de Palma, conocida como Call maior. Finalmente, en 1435, los judíos fueron obligados a convertirse al cristianismo, marcando el fin de su presencia abierta en Mallorca y dando lugar a procesos inquisitoriales.

Los barrios judíos incluían el Call Menor, ubicado detrás de la Catedral de Palma, y el Call Maior, cerca de la plaza de Santa Eulalia, que se expandió con el tiempo. Aunque todas las sinagogas fueron destruidas, partes de la Sinagoga Maior han sobrevivido (en un lateral de la actual iglesia de Montesión), y hoy en día, las personas dejan papeles con deseos en un pequeño muro, siguiendo la tradición del Muro de las Lamentaciones en Jerusalén. Además, el antiguo almacén de grano en el barrio de El Jonquet se convirtió en el cementerio judío. Estos lugares son testigos silenciosos de la rica historia judía en Mallorca.

La Iglesia de Montesión en Mallorca tiene una historia rica y compleja. Originalmente fue una sinagoga de aquel primitivo barrio judío, que fue confiscada y demolida en el siglo XIV. Los jesuitas construyeron la iglesia en su lugar, destacando su pasado judío con la inscripción «Dios ama las puertas de Sion». Se cree que la entrada actual puede haber sido la de la sinagoga original, apuntando hacia Jerusalén.

Históricamente, los judíos en Mallorca eran protegidos por el rey, proporcionándole servicios a cambio de exenciones fiscales. La coexistencia de barrios judíos y cristianos se diferenciaba estéticamente, ya que los judíos tenían letreros y carteles que los cristianos no podían leer.

Estos episodios marcaron el final de una ciudad judía casi independiente en Mallorca, y la Iglesia de Montesión se erige ahora como un recordatorio de esa compleja historia, con rumores de que algunos habitantes, conocidos como chuetas, y turistas siguen conectándose discretamente con su pasado judío en el lugar y dejan papelitos con sus oraciones, plegarias o deseos entre las grietas de los restos de un muro de aquella sinagoga.

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