La comunidad católica despide al Papa Francisco, cuya vida deja un legado de cercanía, humildad y amor por los más pequeños. Desde Mallorca, el misionero Josep Amengual le dedica una emotiva carta.
Palma, 21 de abril de 2025-. La Iglesia católica y el mundo entero despiden hoy al Papa Francisco, fallecido a los 88 años tras más de una década de pontificado marcado por su cercanía con los pobres, su lenguaje directo y su incansable deseo de una Iglesia más humana y menos burocrática.
Jorge Mario Bergoglio, el primer papa latinoamericano de la historia y el primero jesuita en ocupar el trono de Pedro, será recordado por su empeño en renovar una Iglesia que camine al lado del pueblo. «Hagan lío», pidió en más de una ocasión a los jóvenes. Y él mismo lo hizo, incomodando con su sencillez, con sus gestos de misericordia, con sus visitas a las periferias, físicas y existenciales.
Desde el Monasterio de la Real de Palma, el misionero Josep Amengual, de la Congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones, ha querido dedicarle unas palabras en forma de carta espiritual con motivo de esta Pascua:

«Feliz Pascua de Resurrección. Acaba de ser llamado a la resurrección el papa Francisco. Mi deseo es que experimentemos que es un intercesor de la Iglesia, que han querido animar, renovar, hacerla Madre de todos, con bondad, con Corazón.»
En su mensaje, Amengual recuerda cómo Francisco invitó a los pastores a «oler a oveja», a ser pueblo, servidores, amigos. No funcionarios de un aparato eclesial, sino testigos del Evangelio.
«Será una gran bendición que nos despojemos de ser funcionarios, empleados, para seguir al Buen Pastor», escribe el religioso, ligando la figura del Papa fallecido con la espiritualidad fundacional del Venerable P. Joaquim Rosselló, también recordado estos días en el 135 aniversario de su subida a Sant Honorat.
La carta termina con un deseo cargado de esperanza: «Que el Papa Francisco se acuerde de nosotros, y el Ven. P. Joaquim Rosselló nos estimule. Feliz Pascua para ellos y para nosotros.»
El pontificado de Francisco no ha terminado con su muerte. Su herencia sigue viva en cada gesto de misericordia, en cada comunidad que elige ser Iglesia madre antes que institución rígida. Hoy, millones de personas en el mundo elevan una oración de gratitud por su vida y misión. Descanse en paz.