Desde las calles de Palma hasta los escenarios de toda España, Luis Cadenas ha construido una carrera honesta, marcada por la emoción, la constancia y la búsqueda de una voz propia.
Palma, 17 de mayo de 2025. Con una voz rasgada y honesta, y letras que se anclan en la vida real y los sentimientos compartidos, Luis Cadenas se ha consolidado como uno de los cantautores más genuinos de la escena independiente. Mallorquín de nacimiento y vocación, su carrera no arrancó hasta bien entrada la treintena, pero desde entonces no ha dejado de escribir, cantar y emocionar desde los escenarios más humildes hasta los estudios con productores de primera línea. En esta entrevista, repasamos su recorrido vital y artístico, su vinculación con la isla, la influencia de sus ídolos y compañeros de generación, y su aspiración más íntima: seguir componiendo la canción más hermosa del mundo.
En esta entrevista, el cantautor mallorquín repasa su trayectoria, sus influencias, el valor de sus compañeros de generación y su deseo más profundo: componer un disco que una, que emocione y que sea, como diría Sabina, “la canción más hermosa del mundo”.
Luis, tu trayectoria musical arranca en plena efervescencia de la música española y con una gran influencia de la movida y el pop-rock de los 80. ¿Cómo recuerdas esa primera etapa de descubrimiento musical en tu infancia y qué papel jugó Mallorca en tu formación artística?
Bueno, yo soy mallorquín y he crecido en Palma, de barrio, así que te puedes imaginar que Mallorca jugó absolutamente el 100 % de lo que yo soy como artista. Es verdad, al César lo que es del César: ese pop rock de los 80 de Antonio Vega, Los Secretos, posteriormente Quique González, sentó las bases de lo que yo soy como artista. Pero tengo ese recuerdo bonito también de música más tradicional como tangos, rancheras que escuchaba en mi casa, que también me aportó otra forma de descubrir y amar la música.

Has mencionado muchas veces a artistas como Jaime Anglada, Enrique Urquijo, Quique González o Serrat como grandes referencias. ¿Qué crees que has heredado de ellos y cómo lo has llevado a tu propio estilo como cantautor?
Pues son maravillosos, claro. Aprender de los que estaban antes haciendo cosas más interesantes. He aprendido mucho de estos artistas que mencionas, de todos por supuesto, pero ¿sabes qué? Al final he aprendido más de los compañeros de carretera que tengo ahora mismo, de mi generación, que es una generación que lleva años peleando, también deshaciéndose de etiquetas impuestas y sacándose su propio nombre y su propia historia. Te hablo de Fito Mansilla, de Gatoperro, de Fran Fernández, Lalo Garau, César de Centi… artistas increíbles de los que he aprendido muchas más cosas que de esos ídolos que lo siguen siendo y lo serán toda la vida, con canciones increíbles. Pero hay más artistas que tienen canciones increíbles, como los que te menciono, que merece la pena descubrir, y descubrirse a uno mismo en ellos y aprender de ellos, como yo he tenido la suerte de aprender conviviendo con ellos muchas veces en la carretera y fuera de ella.
Tus inicios como músico fueron tardíos, pero muy intensos. ¿Qué te empujó finalmente a dar el salto al escenario y decidir que querías dedicarte a la música de forma profesional?
Pues un principio de responsabilidad. Yo estudiaba Derecho, trabajaba en un despacho además de muchos otros trabajos diversos, y al final, cuando llegaba a casa, no era ni feliz yo, ni mi familia, ni mi pareja, ni nadie absolutamente. Creo que lo hice por un principio de responsabilidad que podría parecer todo lo contrario, al dejar un trabajo estable y una vida económica distinta. Pero creo que la gente fue mucho más feliz en mi entorno. Yo fui mucho más feliz cuando empecé a hacer lo que llevaba dentro, que era hacer canciones y vivir de la música. Creo que todos me lo agradecieron tarde o temprano, y creo que es fundamental en tu vida: ser honesto y no traicionarte ni a ti ni a los demás. Aparte, que yo soñaba con ser un rock star como mis ídolos. Pero por encima de todo, ver a mi familia emocionada y sentirse realmente orgullosa.

Tu primer disco, «Al borde del KO», fue un punto de inflexión en tu carrera. ¿Qué significó ese “primer parto musical” para ti y cómo ha evolucionado tu manera de componer y grabar desde entonces?
Es un disco al que yo tengo un cariño enorme. Es cierto que no está en ninguna plataforma porque creo que no tiene la calidad que debería tener, pero es un recuerdo precioso. Tiene canciones que marcaron un inicio. Pero para el aprendizaje han sido muchas horas de trabajo para conocer realmente este oficio tan maravillosamente cruel. Muchas horas de carretera, de bares, de amistades, de esperanza, de fracasos que te llevan a ver la vida y a sentir desde otra perspectiva, componer de otra forma o conocer artistas que te influyen muchísimo y convertirte en tu propio artista, no una versión de los ídolos mencionados anteriormente. Evidentemente, en el primer disco se escucha a Bunbury, Quique González o a Sabina. Pero encontrar tu propia voz ha sido un proceso muy largo y que sin ese primer disco jamás lo hubiera podido conseguir.
En tu nuevo trabajo has apostado por un sonido más actual, colaborando con productores como Carlos y Damián Tejedor. ¿Qué buscabas en esta nueva etapa y cómo te ha ayudado a crecer artísticamente?
Bueno, estoy muy agradecido porque en estos últimos discos he podido trabajar con productores de la talla de Toni Pastor, Pepe Curioni en Madrid y Carlos y Damián Tejedor. Para el último disco, Enric Hernaiz. Todos, a su manera, han apostado por mí y han gestionado mi obra de una manera mucho más profesional en la mesa de mezclas. Creo que mis discos suenan realmente como a mí me hubiera gustado que sonaran todos. También lo hizo Toni Pastor en su momento, pero era yo el que no estaba tan preparado. Ojalá podamos repetir pronto. Creo que entre todos han conseguido que por fin encuentre mi propia voz y mi propio sello, cada uno de una manera distinta. Con Toni aprendí el oficio. Pepe Curioni apostó por un sonido desde Madrid con recuerdos a Los Rodríguez y a quizá un rock’n’roll más clásico. Los hermanos Tejedor, obviamente, un sonido más moderno con un disco que me abrió muchas puertas, que es «Lugares feroces», y Enric ha sentado las bases para lo que yo creo que es mi futuro: un tipo de canción honesta, sin importar el género musical. Las canciones más bonitas posibles, y mi voz como punto fuerte. Creo que Enric ha dado con la tecla que todos los demás habían marcado ya. Creo que es el camino.

Has vivido en diferentes ciudades, pero siempre mantienes una conexión fuerte con Mallorca. ¿Qué te aporta cada lugar a nivel creativo y qué tiene la isla que sigues reivindicando en tu música?
Está claro que la Península tiene lugares preciosos, España tiene lugares maravillosos, pero yo soy mallorquín y jamás me podría alejar de la isla, es imposible. Aquí tengo mi familia, mis amigos, mi entorno, el mar… no me puedo alejar demasiado. Es verdad que todo influye mucho en la creatividad y el oficio lo he aprendido quizá con más fuerza en Madrid o en Barcelona. Pero también he descubierto en Andalucía lugares fabulosos donde uno redescubre a sí mismo y eso fluye en las canciones. También en el norte, en Galicia, en Asturias… en todos lados he encontrado personas maravillosas, comida sorprendente, músicos increíbles… Hay que aprender de todo en todos lados. Creo que mis canciones son los sitios y las personas con las que me he encontrado estos últimos años desde luego. Pero yo soy mallorquín, soy de Santa Catalina y ahora de Serralta. Y aquí voy a seguir siempre, aunque me vaya a México, a Madrid o a China por un tiempo.
Después de todo lo vivido, ¿cuál es tu mayor aspiración como músico? ¿Sueñas con un escenario, una canción o un momento en particular que aún esté por llegar?
Bueno, como buen artesano del oficio pienso siempre en hacer la mejor canción del mundo, como decía Sabina: “la canción más hermosa del mundo”. Creo que aún no la he hecho, pero estoy a puntito de hacer el disco que nos aporte esa felicidad buscada. Creo que me gustaría hacer un disco que una, un disco con esperanza, un disco bonito, realmente bonito, y creo que lo voy a conseguir pronto. El escenario no me importa y el éxito es lo de menos. Lo importante es la gente que esté al otro lado escuchándote, y yo ya tengo muy claro quiénes sois y dónde os voy a encontrar.

Luis Cadenas es, ante todo, un cantautor que ha hecho del oficio una forma de vivir con honestidad. Ha aprendido de los grandes, pero sobre todo de los suyos, de quienes comparten carretera, aplausos, dudas y certezas. Su voz, forjada entre bares, trenes y guitarras, busca ahora un lugar donde la belleza y la verdad se den la mano. Su próxima meta no es la fama, sino la canción más hermosa del mundo. Y, por cómo habla, es muy probable que esté a punto de encontrarla.