Investigadores del CSIC explican que los cambios climáticos y el aporte de agua dulce desde ríos y lagos habrían generado oscilaciones extremas en el nivel del mar Mediterráneo durante la Crisis Salina del Messiense.
Palma. 15 de julio de 2025. Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), liderado por Geociencias Barcelona (GEO3BCN), ha propuesto una explicación innovadora a una de las paradojas geológicas más antiguas: por qué el mar Mediterráneo parece haber estado casi vacío y casi lleno al mismo tiempo durante el periodo del Messiniense, hace unos 5,5 millones de años.
Según el estudio, publicado en la revista Science Advances, el origen de esta contradicción se encontraría en la erosión causada por el agua dulce de ríos y lagos del interior de Eurasia, y en los cambios climáticos cíclicos provocados por la inclinación de la Tierra respecto al Sol.
Un mar aislado y un «gigante salino»
Durante la llamada Crisis Salina del Messiense, el mar Mediterráneo quedó aislado del Atlántico, lo que provocó una masiva evaporación de sus aguas y la formación de un “gigante salino” de un kilómetro de espesor en su lecho. Sin embargo, los registros sedimentarios muestran evidencias contradictorias: por un lado, niveles muy bajos de agua; por otro, la presencia de organismos de aguas poco profundas como los ostrácodos, tanto en zonas altas como en los fondos más profundos.
Un modelo para resolver el enigma
Para explicar este fenómeno, el equipo científico desarrolló un modelo numérico que simula más de 600.000 años de evolución del relieve, incluyendo factores como las lluvias, la evaporación, los movimientos de la corteza terrestre y la erosión fluvial. El modelo logró reproducir los dos escenarios aparentemente incompatibles.
Según Daniel García-Castellanos, autor principal del estudio, el nivel del mar podría haber descendido hasta dos kilómetros por debajo del actual y oscilado con el paso de los siglos por los cambios orbitales en la insolación de la Tierra. A su vez, el aporte progresivo de agua dulce desde la región del Paratetis —que se extendía desde los Alpes hasta Asia central— habría generado subidas temporales que explican la presencia de fauna de agua dulce y salobre en distintos puntos de la cuenca.
Un impacto profundo en la biodiversidad
Este periodo extremo dejó huella en los ecosistemas. Las áreas donde se mezclaban aguas dulces y saladas funcionaron como refugios inestables para ciertas especies, generando una biodiversidad muy particular. Finalmente, la Crisis Salina del Messiense concluyó con la inundación del Mediterráneo desde el Atlántico, un evento que marcó el final de tres fases diferenciadas: aumento de salinidad, precipitación de yeso y sal, y aislamiento con formación de lagos fluctuantes.
Para García-Castellanos, el estudio ofrece un marco mecanicista sólido para comprender no solo la historia del Mediterráneo, sino también la formación de otros gigantes salinos del pasado geológico y su impacto en la evolución de la Tierra.