Un estudio del Instituto de Neurociencias revela el mecanismo interno que da forma al halterio, el ala modificada que actúa como estabilizador en el vuelo
Palma, 12 de junio de 2025. Un equipo del Instituto de Neurociencias (IN, CSIC–UMH) ha descubierto cómo se genera el halterio, una pequeña pero crucial estructura anatómica que permite a las moscas mantener el equilibrio y realizar maniobras aéreas complejas. Los resultados han sido publicados en la prestigiosa revista Current Biology y suponen un importante avance en el campo de la biología del desarrollo.
El halterio, situado detrás de las alas principales, funciona como un giroscopio biológico, ayudando al insecto a estabilizarse durante el vuelo. Hasta ahora, se pensaba que era una estructura hueca, pero la investigación liderada por José Carlos Pastor Pareja, director del Laboratorio de Arquitectura Celular y Tisular en el Sistema Nervioso del IN, ha revelado que está conectado internamente por un sistema celular complejo que actúa como un armazón interno.
Un sistema de tensores biológicos
Durante la metamorfosis de la mosca, este órgano se forma a partir de una fina capa celular. El estudio ha demostrado que en esta fase se degrada una matriz extracelular de colágeno, permitiendo la aparición de proyecciones celulares que conectan sus dos superficies. Estas conexiones, reforzadas con proteínas como la laminina, actúan como tensores que estabilizan la forma redondeada del halterio, esencial para su funcionamiento.
Cuando estas conexiones internas fallan —como se ha observado en modelos genéticos mutantes—, el halterio pierde su forma y deja de cumplir su función estabilizadora. “Es un sistema de soporte interno que recuerda a los tensores de una carpa: sin ellos, el halterio se deforma”, explica Pastor Pareja.
Microscopía avanzada y colaboración internacional
El equipo utilizó microscopía electrónica y grabaciones en vivo durante la metamorfosis para observar estos procesos. La investigación ha contado con la participación de instituciones como la Universidad de Tsinghua (China), el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO, CSIC-UAM) y la Universidad de Alicante, y ha sido financiada por varias entidades nacionales e internacionales, entre ellas el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Fundación Ramón Areces.
Aplicaciones más allá de la biología
Este hallazgo no solo permite entender mejor el vuelo de los insectos, sino que abre nuevas vías en la ingeniería de tejidos y el diseño de estructuras biomiméticas. “Comprender cómo se estabilizan estos órganos nos da claves fundamentales sobre la formación de formas en los seres vivos”, concluye Pastor Pareja.