Tolo Roca expone en la Fundación Barceló un belén hebreo que se reinventa cada año, construido con figuras centenarias, corcho modelado a mano y una pasión transmitida de generación en generación.
Palma, 23 de diciembre de 2025. En la Fundación Barceló, en pleno centro de Palma, se esconde un nacimiento distinto, profundamente personal y construido con paciencia, memoria y oficio. El maestro belenista Tolo Roca vuelve a exponer su belén hebreo, una obra que cambia cada año y que, sin embargo, conserva siempre la misma esencia: fidelidad al estilo hebreo, atención minuciosa al detalle y un profundo respeto por las figuras con historia.
El recorrido del belén comienza en el desierto, con una jaima, beduinas y beduinos que introducen al visitante en un universo coherente y lleno de matices. Muchas de las figuras incorporan movimiento, un elemento pensado especialmente para captar la atención de los más pequeños. “Son figuras hechas en la península; algunas tienen más de cincuenta años y las he ido comprando o heredando”, explica Roca, que cada año amplía la colección con nuevas piezas, siempre respetando el estilo que define su obra.
El proceso creativo no parte de un diseño cerrado. Al contrario, el belén nace desde la cueva, el espacio que marca el ritmo y condiciona toda la composición. “La cueva es la que manda”, afirma el belenista. Este año, además, ha incorporado un espejo que multiplica visualmente la escena y aporta una profundidad sorprendente, logrando que unas pocas figuras llenen todo el conjunto con una sensación de amplitud y recogimiento.
El corcho es el material protagonista, la herramienta que le permite modelar montañas, pasajes y formas suaves, y reinventar el belén temporada tras temporada. La pieza central del nacimiento es también la más antigua y la más querida por su autor. “Son figuras muy bien trabajadas, de esas que ya no se hacen”, señala, destacando cómo el juego de luces y la profundidad contribuyen a crear una atmósfera más íntima y natural.

Lejos de improvisar, Tolo Roca crea desde la memoria. El belén fue siempre tradición en su casa, una costumbre vivida en la infancia junto a sus padres, abandonada durante un tiempo y recuperada más tarde con vocación de permanencia. Hoy mantiene viva esa herencia tanto en su hogar como en espacios públicos que le permiten compartir su arte. “Todo va tan deprisa que a veces las tradiciones se pierden… pero mientras pueda, seguiré haciendo el nacimiento”, concluye.
La exposición en la Fundación Barceló se presenta así como una invitación a detenerse, mirar con calma y reconectar con una tradición artesanal que encuentra en la cueva su origen y en la pasión de su autor su razón de ser.





