Restaurar el equilibrio neuronal en la amígdala revierte comportamientos similares a la ansiedad, la depresión y el autismo en modelos animales
Elche, 3 de julio de 2025. Un equipo del Instituto de Neurociencias (IN), centro mixto del CSIC y la Universidad Miguel Hernández (UMH), ha identificado un grupo específico de neuronas en la amígdala cerebral que desempeña un papel clave en la aparición de comportamientos relacionados con la ansiedad, la depresión y los trastornos sociales como el autismo.
El estudio, publicado en la revista iScience, demuestra que restaurar el equilibrio en la excitabilidad de estas neuronas es suficiente para revertir conductas patológicas en ratones genéticamente modificados. Los animales, diseñados por el mismo laboratorio en 2015 para sobreexpresar el receptor GluK4 —relacionado con el glutamato, un importante neurotransmisor—, mostraban signos de ansiedad e aislamiento social similares a los observados en personas con autismo o esquizofrenia.
Un hallazgo clave en la amígdala
“Sabíamos que la amígdala está implicada en la ansiedad, pero ahora hemos identificado un grupo neuronal concreto cuya desregulación es suficiente para generar comportamientos patológicos”, explica Juan Lerma, investigador del CSIC y responsable del estudio.
Mediante el uso de virus modificados y técnicas de ingeniería genética, los científicos lograron normalizar la actividad del gen alterado en una subregión específica de la amígdala basolateral, restaurando así la conexión con las neuronas inhibidoras de la región centrolateral, responsables de ejercer un efecto de “freno” sobre la ansiedad.
Resultados esperanzadores
“Ese simple ajuste fue suficiente para revertir los comportamientos ansiosos y los déficits sociales, lo cual es asombroso”, señala Álvaro García, primer autor del estudio. Las pruebas incluyeron ensayos de comportamiento como el laberinto elevado en cruz o el interés por la interacción social, mostrando que los ratones recuperaban conductas normales tras la intervención.
Además, la misma técnica aplicada en ratones no modificados pero con ansiedad intrínseca también fue efectiva, lo que sugiere que este mecanismo podría representar un principio general de regulación emocional.
Hacia nuevas terapias más específicas
Aunque algunos déficits, como los relacionados con la memoria de reconocimiento de objetos, no se corrigieron —lo que apunta a la implicación de otras áreas cerebrales como el hipocampo—, los investigadores consideran que el descubrimiento abre una vía prometedora para terapias más localizadas y eficaces contra trastornos afectivos.
“Apuntar a estos circuitos neuronales específicos podría convertirse en una estrategia eficaz y más precisa para tratar trastornos como la ansiedad, la depresión o el autismo”, concluye Lerma.
El estudio ha contado con el respaldo de la Agencia Estatal de Investigación (AEI), el programa Severo Ochoa, fondos europeos FEDER y el apoyo de la Generalitat Valenciana a través de los programas PROMETEO y CIPROM.