El regatista del Real Club Náutico de Palma disputa por cuarta vez la prestigiosa regata oceánica en solitario, con un recorrido de 4.000 millas náuticas en dos etapas.
Les Sables d’Olonne, 21 de septiembre de 2025. El navegante mallorquín Hugo Ramón ha tomado hoy, a las 15:30 horas, la salida de la 25ª edición de la La Boulangère Mini Transat, una de las pruebas más duras y emblemáticas del calendario internacional de vela oceánica. Es la cuarta vez que el regatista del Real Club Náutico de Palma participa en esta competición, en la que los barcos, de apenas 6,5 metros de eslora, atraviesan el Atlántico en solitario y sin contacto con tierra.
La salida desde el puerto francés de Les Sables d’Olonne estuvo marcada por el ambiente festivo, con miles de personas animando a los 90 participantes desde los muelles y espigones del canal. Ramón, a bordo del Cristalmina-Majórica, partió en medio de una multitud que despidió con entusiasmo a la flota, cuya primera etapa la llevará hasta Santa Cruz de La Palma, antes de encarar el cruce definitivo hacia Guadalupe.

La dirección de regata ha establecido un waypoint al noroeste de Les Sables d’Olonne para garantizar la seguridad de la flota ante la entrada de un frente atlántico, que traerá rachas muy intensas durante la primera noche. “Habrá que gestionar el paso de este frente con mucha precaución. No se trata solo de avanzar rápido, sino de conservar el barco en condiciones”, explicó Ramón minutos antes de zarpar.
El navegante también advirtió de la complejidad táctica que supondrá la bajada hacia Canarias. “Tras superar el Golfo de Vizcaya, la costa portuguesa será un escenario de incertidumbre. Sin acceso a meteorología en tiempo real, cada decisión pesa. Es posible que más adelante toque acercarse a la costa africana para asegurar viento suficiente”, señaló.

El recorrido completo de la Mini Transat suma unas 4.000 millas náuticas en dos etapas: la primera, entre Francia y Canarias, y la segunda, de La Palma a Guadalupe. Más allá del desafío deportivo, la regata es una prueba de resistencia psicológica y logística: cada navegante debe gobernar en solitario, gestionar el sueño, la alimentación y el mantenimiento del barco en condiciones extremas.
Con 40 años y tras haber disputado ya tres ediciones, Ramón encara este nuevo reto consciente de su dureza. “Lo más difícil es la inseguridad de cada decisión y la gestión de la soledad. El océano amplifica todo lo que sientes: miedo, calma, euforia, gratitud. Por eso esta regata es más que una competición”, reflexionaba días antes de la salida.