Investigadores del CSIC concluyen que abejas, abejorros y mariposas requieren entre un 16% y un 37% de hábitat natural en zonas agrícolas para sobrevivir
Palma, 26 de septiembre de 2025. Un nuevo estudio internacional publicado en la revista Science, con participación de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y el Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC), advierte de que el objetivo fijado por la Unión Europea en su Estrategia de la Biodiversidad —recuperar al menos un 10% de hábitat natural en terrenos agrícolas antes de 2030— es insuficiente para frenar el declive de los polinizadores.
El trabajo, basado en 59 investigaciones en 19 países, revela que las abejas solitarias necesitan un 16% de hábitat natural en zonas agrícolas, los abejorros un 18% y las mariposas hasta un 37% para mantener poblaciones saludables. “Aunque la calidad de estas áreas sea alta, si no se alcanza un mínimo de superficie natural resulta imposible garantizar la supervivencia de los polinizadores”, explica Ignasi Bartomeus, investigador del CSIC en la EBD.
Los resultados muestran además que los hábitats con mayor abundancia de flores albergan más polinizadores, aunque la calidad del entorno no siempre compensa la falta de extensión. Por ello, el equipo investigador insiste en que lo esencial es ampliar la superficie natural antes que centrarse únicamente en pequeñas zonas de alta calidad floral.
El estudio también subraya que las medidas temporales, como la creación de franjas de flores junto a los cultivos, producen beneficios a corto plazo pero no solucionan el problema de manera estable. En este sentido, los científicos reclaman mecanismos de apoyo económico duraderos que reconozcan el esfuerzo de los agricultores que destinan parte de sus tierras a conservar hábitats naturales.
“Para que se produzca una transformación real es necesario garantizar compensaciones económicas durante, al menos, dos décadas; de lo contrario, la falta de estabilidad generaría inseguridad en el sector y apenas habría beneficios para los polinizadores”, advierte José Luis González Andújar, del IAS-CSIC.
El trabajo se ha desarrollado en el marco del proyecto europeo SHOWCASE, financiado por el programa Horizonte 2020, cuyo objetivo es integrar la conservación de la biodiversidad en las prácticas agrícolas. “Hacer una transición a una agricultura más sostenible implica pensar qué paisajes queremos tener, y eso requiere tener en cuenta factores ecológicos, económicos y sociales”, concluye Bartomeus.