Bel Fullana, artista visual de Mallorca, desafía convenciones fusionando estéticas quinquis con elementos underground y mainstream, explorando una feminidad alienígena en su obra y llevando sus personajes a la tercera dimensión en su última muestra «Tractor Buddy»
Inauguración: 21 de marzo de 2024, 19 h
Lugar: Espacio D
Las obras de la artista visual Bel Fullana (Mallorca, 1985) han sido leídas e interpretadas desde diferentes ópticas y perspectivas, si bien la mayoría de ellas coinciden en señalar una revisión irónica de los imaginarios femeninos en torno a las estéticas quinquis y barriobajeras. El hecho de que en la actualidad se idolatren estas estéticas y actitudes quinquis por parte de marcas, artistas y productos culturales es algo que la artista adora y detesta a partes iguales. En esta posición ambivalente nacen las protagonistas de sus pinturas: personajes de piel verde, morada o azul, con tatuajes de delfines, alambres, calaveras y corazoncitos rotos, cargados de cadenas y accesorios, bisutería grunge de metal, que visten con medias de rejilla blanca, lucen lencería al descubierto y calzan botas de motera al más puro estilo Tomasa del Real.
Del universo de Bel Fullana se desprende una feminidad alienígena en la que confluyen la oscuridad del tecno y las raves perdidas en los bosques de los noventa, junto con los estilos de vida en la periferia y el extrarradio urbano que en la actualidad han sido fagocitados por movimientos musicales asociados a la droga, la violencia, el sexo, la amistad y el amor, como el trap o el reguetón. El trabajo de la artista a su vez se inscribe en una genealogía visual que oscila entre la cultura más mainstream y los márgenes del underground. En su imaginario podemos leer cómo ciertas referencias a personajes de cómics, series y películas de los noventa, como Barb Wire, Biker Mice from Mars, Showgirls o Mad Max, dialogan con las voces y visualidades de la escena artística y musical actual, como Hofmannita, Grimes, La Zowi, Zheani o María Forqué aka Virgen María.
En esta ocasión, la artista lleva a los personajes de sus pinturas a una tercera dimensión. «Tractor Buddy» es su primera iteración escultórica: una muestra en la que la artista trata de observar cómo la ironía, el humor, el pastiche, el artificio, la teatralidad y la exageración se expresan en la moda. Una fantasía alien sobre motor que habitaría la franja llamada Monster Girl Fan o Fan de la chica monstruo, como una figuración feminoide entre lo infantil y lo adulto, lo masculino y femenino, lo no humano y lo humano, lo conocido y desconocido, lo impotente y lo poderoso, lo espontáneo y deliberado. Su estética sexualizada, así como la subordinación de sus formas al objeto de consumo, sería la comprensión dominante de lo que aquí refiere como una estética cukiterrorista: una deformación siniestra de la estética del desvalimiento o una respuesta afectiva a la debilidad que gira en torno al deseo de una relación cada vez más íntima y sensual, con objetos en los que se apreciaría de por sí una presencia desconocida pero no necesariamente amenazadora.