El maestro del shakuhachi reinterpreta una de las piezas más evocadoras del repertorio barroco en un diálogo entre culturas y sensibilidades.
Palma de Mallorca, 13 de marzo de 2025 – La luz mediterránea y la atmósfera evocadora de Palma de Mallorca se convierten en el escenario donde la música de Johann Sebastian Bach resuena con una profundidad inesperada. En este entorno, el maestro del shakuhachi Rodrigo Rodríguez reinterpreta el Arioso (BWV 156), llevando la expresividad de esta obra barroca a una nueva dimensión sonora.
Conocida por su melancolía etérea y su lirismo conmovedor, esta pieza encuentra en el shakuhachi un vehículo ideal para explorar su profundidad emocional. La respiración orgánica y el fraseo libre de la flauta japonesa transforman el Arioso en una experiencia casi meditativa. Rodríguez, discípulo del legendario Kohachiro Miyata, logra una interpretación que no solo respeta la esencia barroca de la obra, sino que la enriquece con la riqueza tímbrica y el carácter introspectivo del shakuhachi.
Su adaptación trasciende la transcripción convencional: es un diálogo entre épocas, culturas y sensibilidades. En conversación con un clavecín inspirado en el modelo de Iohannes Rückers de 1624, la interpretación de Rodríguez revela afinidades profundas entre la estética barroca y la tradición musical japonesa: el uso del rubato, la importancia del silencio y la expresividad del sonido como elementos centrales del discurso musical.
En un contexto donde la interpretación de la música antigua suele estar ligada a criterios historicistas estrictos, la visión de Rodríguez propone una vía alternativa: una en la que la fidelidad a la obra no depende exclusivamente del uso de instrumentos originales, sino de la capacidad de capturar su esencia espiritual. Desde Palma de Mallorca, su versión del Arioso nos recuerda que la música antigua no es un arte estático, sino un universo vivo, siempre en diálogo con el presente.
Así, bajo el cielo mediterráneo y entre los aires de la isla, la música de Bach encuentra un nuevo hogar. En cada nota del shakuhachi de Rodrigo Rodríguez resuena el eco de una sensibilidad universal, reafirmando que la música es un lenguaje que trasciende el tiempo, los estilos y las fronteras.